Las barbas del profeta by Eduardo Mendoza

autor:Eduardo Mendoza [Mendoza, Eduardo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Crítica y teoría literaria, Espiritualidad
editor: ePubLibre
publicado: 2017-01-01T05:00:00+00:00

9.

Israel en Egipto

CUANDO JOSÉ ENTRÓ a servir en casa de Putifar, Egipto era un Estado antiguo, sólidamente estructurado, poderoso y próspero. Cómo había llegado a esta envidiable situación mientras el pueblo de Israel todavía era una tribu de pastores, ni la Historia Sagrada ni la Biblia nos lo cuentan. Simplemente, lo dan por hecho.

Desde ese momento han pasado muchos años y los israelitas, afincados en suelo egipcio, se han multiplicado hasta convertirse en lo que serán por el resto de los siglos: una minoría étnica. Las cosas no les van bien. Los egipcios los tienen sometidos, los maltratan y, para evitar que sigan creciendo en número, han decidido limitar la tasa de reproducción por un sistema tan eficiente como brutal: todo niño que nazca va de cabeza al Nilo. Es la primera vez pero no la última que alguien intenta exterminar a los judíos. También es la primera vez que el pueblo de Israel se enfrenta a un enemigo externo. Hasta entonces habían conocido el conflicto y la extrema violencia, pero entre miembros de la misma etnia. Tanto el mal como el bien estaban dentro de casa.

Del apuro colectivo los sacará, bien a pesar suyo, Moisés. Es inútil dar noticia pormenorizada de las andanzas de este personaje. Es, con toda seguridad, el más conocido del gran público gracias a unas versiones cinematográficas muy populares de su vida y milagros. Me contento, pues, con destacar algunas singularidades.

La primera y principal es el vestuario.

La historia de Moisés es la inversión de un mito universal: el niño pobre que resulta ser de noble cuna. Moisés es la Cenicienta al revés. Adoptado realmente por una princesa, en este caso la hija del mismísimo faraón, crece rodeado de lujo. Andando el tiempo, mata a un egipcio al que sorprende maltratando a un judío. El gesto no es heroico. No sabemos si Moisés conoce su verdadera identidad y sale en defensa de los de su raza o si lo hace movido por otros impulsos, quizá inconscientes. Pero no está en sus planes convertirse en líder de los oprimidos, porque después de matar al egipcio, oculta el cadáver en la arena. Descubierto por sus propios congéneres, huye de Egipto, se une a unos pastores, se casa con Séfora y rehace su vida volviendo a los orígenes.

Mientras tanto el faraón ha muerto, su heredero es aún más despótico y el pueblo de Israel pide a Jehová que lo libere. Jehová decide atender este ruego valiéndose de Moisés. Es una elección acertada, porque Moisés es israelita, pero conoce bien la mentalidad de las autoridades egipcias, entre las que se ha criado. Será un buen interlocutor del faraón en funciones.

A Moisés el encargo le pilla desprevenido. La sorpresa es doble, porque le viene de una zarza ardiendo. Al principio se resiste alegando, entre otras razones, que no sabe expresarse con fluidez. La tradición cuenta que Moisés es tartamudo. No importa, dice Jehová, que tiene soluciones para todo, que te acompañe tu hermano Aarón. No está claro si Aarón se fugó con Moisés o si sigue en Egipto.

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